El perfil típico de tecnoadicto no reconocerá su problema y tratará de ocultarlo

Patricia Peyró @kontrolparental

No paramos de oír hablar de las repercusiones negativas que con frecuencia acompañan a las nuevas tecnologías.  En general, nos preocupa el efecto negativo  que puedan tener los dipositivos sobre la salud y sobre nuestras relaciones personales.  Pero lo más grave es que no sólo lo que nos afecta a nosotros, sino también a nuestros hijos.  ¿Hasta qué punto es lógica toda esta consternación?

Las últimas investigaciones nos advierten sobre un efecto en el desarrollo de la inteligencia infantil, en el sentido de mermar un desarrollo cognitivo potencial pleno.  Sin embargo, tras la publicación de los resultados, algunos han tildado las conclusiones de ese estudio de alarmistas e improcedentes, al estar basadas en correlaciones y no en una constatación empírica. ¿En qué quedamos, pues?  ¿Hasta qué punto pueden ser patológicas las “relaciones con nuestros dispositivos”? Es verdad que con las Tecnologías de la Información y Comunicación, más conocidas como TIC, ha nacido también un nuevo tipo de desórdenes o desadaptaciones conductuales en aquellos que no ponen límites en su uso o no lo gestionan teniendo en cuenta su posible peligrosidad.

El manual de referencia mundial de la enfermedad mental DSM-5 todavía no cataloga a los adictos a la tecnología como enfermos mentales

Ante la duda lo mejor será no dejar que los niños abusen de la exposición a las pantallas

¿Cuál es el perfil del “inadaptado” tecnológico?

Desde la psicología explican que el que padece problemas relacionados con las nuevas tecnologías es aquel incapaz de controlar su voluntad respecto al uso conveniente de éstas, lo cual conducirá a una conducta adictiva. Hablaríamos, en este sentido,  de un perfil típico de tecnoadicto que, por más que sorprenda, aún no está catalogado como enfermedad mental ni por el   DSM-V, publicado por la American Psychiatric Association ni por la  World Health Organization.

El perfil típico de tecnoadicto puede desencadenarse en la infancia con la el exceso de estímulos proporcionados por la tecnología

¿Hasta qué punto puede hablarse, pues, de un “trastorno” mental real?  El debate está servido y mientras tanto la adicción a la tecnología y a sus dispositivos se tratarán de forma similar a problemas de adicción en los que interviene un trastorno de control de impulsos.

Psicólogos e investigadores como Echeburúa, Griffits, Washton y Boundy han dado en distintos momentos respuesta a esta sintomatología para poder diagnosticarla. Los profesionales de la salud, médicos y fundamentalmente psicólogos, podrán detectar una adicción a las TIC si se padecen los siguientes síntomas:

Incapacidad de control e impotencia:  se intenta controlar pero uno no es capaz ni “no hacerlo” ni de “pararlo” una vez iniciado.

Dependencia psicológica manifestada en ansias por utilizar la tecnología o el instrumento tecnológico fuente de obsesión.

-El abuso de las TIC y la incapacidad de controlarlo tiene efectos perjudiciales en la persona, como pueda ser afectando a sus relaciones personales o a su trabajo o estudios.

 

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